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Oaxaca vibra con el tercer convite de la Guelaguetza 2025

Oaxaca vibra con el tercer convite de la Guelaguetza 2025

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tercer convite

Oaxaca de Juárez, Oax.— El corazón del Centro Histórico latió al ritmo de los sones y jarabes, cuando el tercer convite de la Guelaguetza 2025 llenó de color, alegría y tradición las calles de la Verde Antequera. Miles de personas, entre locales y visitantes, se congregaron para disfrutar de un desfile que más que una procesión cultural, fue un estallido de identidad oaxaqueña.

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Tarde de fiesta y tradición se vive en Oaxaca

Encabezando el contingente desbordante de música y flores, marchó la representante de la Diosa Centéotl 2025, Patricia Casiano Zaragoza, con porte sereno y sonrisa firme, acompañada por autoridades municipales y el Comité Intersecretarial de la Guelaguetza. A su paso, las chirimías y los gritos de júbilo marcaban el pulso de una tarde que parecía suspendida entre tradición y fiesta.

Las Chinas Oaxaqueñas de Casilda pusieron el toque distintivo con sus canastas floridas y su alegría contagiosa. Su caminar pausado, con la mirada al frente y los trajes bordados ondeando al ritmo de la música, arrancó aplausos y celulares en alto.

Más adelante, la delegación de San Bartolo Coyotepec provocó asombro con su majestuosa Danza de la Pluma, cuyos giros ceremoniales envolvieron el ambiente en una energía ancestral.

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Riqueza cultural en el tercer convite

Desde San Antonino Castillo Velasco, mujeres y hombres hicieron gala de danzas floridas, mientras que Santa Lucía del Camino recordó que la riqueza cultural no se hereda: se vive y se comparte, como lo hicieron con cada paso sobre el adoquín.

También estuvieron presentes las delegaciones de Macuilxóchitl de Artigas Carranza, Ocotlán de Morelos y San Antonio de la Cal, con sus propios matices, ritmos y colores.

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Guelaguetza una tradición que se vive

El convite no solo fue un desfile: fue una invitación abierta al alma oaxaqueña. Cada paso, cada zapateado, cada flor en el cabello, hablaba de la historia viva que las comunidades llevan en el cuerpo y en la voz.

Los balcones llenos, las aceras repletas y los niños sobre los hombros de sus padres daban testimonio de que la Guelaguetza no es solo espectáculo, es pertenencia.

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