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Casi un millón de personas participaron en el Simulacro

Casi un millón de personas participaron en el Simulacro

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Oaxaca de Juárez, Oax. — El sonido estridente de las alarmas antísismo resonó puntual a las 10:00 horas. En segundos, 975,913 personas en todo Oaxaca —desde escolares hasta funcionarios— abandonaron aulas, oficinas y gasolineras, siguiendo las rutas de evacuación marcadas con líneas amarillas.

 

Era el Simulacro Nacional 2025, un ensayo de vida o muerte ante la hipótesis de un terremoto de 8.1 grados con epicentro en el Istmo de Tehuantepec, la misma región que en 2017 y 1985 fue escenario de tragedias reales.

El escenario: un sismo que todos recuerdan

 

En el Palacio de Gobierno, el gobernador de Oaxaca Salomón Jara Cruz y el titular de Protección Civil, Manuel Maza Sánchez, observaron desde el centro de mando cómo se activaban los protocolos.

 

No era un ejercicio cualquiera: Oaxaca es el tercer estado con mayor sismicidad en México, y el simulacro recreó un saldo de 114 víctimas ficticias entre heridos y fallecidos.

 

“Aquí, un temblor no es simulacro; es memoria viva”, admitió Maza Sánchez, mientras en las pantallas se monitoreaban los 334 vehículos de emergencia desplegados —ambulancias, grúas, patrullas— y las 2 aeronaves listas para rescates aéreos.

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Cifras que hablan de preparación (y vulnerabilidad)

 

  • 223 municipios participaron, incluyendo comunidades indígenas en la Mixteca y la Sierra, donde los protocolos a veces chocan con la falta de infraestructura.

  • 15,222 inmuebles evacuados: desde oficinas federales hasta 60 plantas gaseras y 271 gasolineras, puntos críticos donde un error podría costar vidas.

  • 7 cuarteles militares y 13 instalaciones navales se sumaron, recordando que la seguridad nacional también se prueba con terremotos.

 

En la Ciudad Administrativa Benemérito de las Américas, los brigadistas simularon el colapso del Edificio 3 “Andrés Henestrosa”. Con cascos y chalecos, extrajeron a “sobrevivientes” entre escombros ficticios, mientras sonaban los gritos de “¡Aquí hay uno!”.

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La prevención como ritual colectivo

 

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En las calles del Centro Histórico —donde edificios coloniales aún muestran grietas de sismos pasados—, turistas y locatarios repitieron el ritual de “agacharse, cubrirse y sujetarse”. Doña Luisa, dueña de un puesto de tlayudas, comentó entre el bullicio: “Esto ya lo vivimos en el 2017. Ahora sabemos que hasta el puesto debe tener su ruta de salida”.

 

Mientras, en las escuelas, los niños llevaban cubrebocas con caritas de calavera —una ironía no planeada— y los profesores revisaban sus listas de alumnos. “En Oaxaca, hasta los niños saben que un simulacro puede ser el último ensayo”, dijo una maestra de la primaria “Vicente Guerrero”.

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Lo que el simulacro dejó al descubierto

  • Aciertos: La coordinación entre sectores (privado, público, militar) fue más ágil que en 2023, según Protección Civil.

  • Debilidades: En zonas rurales, la falta de señalización y albergues improvisados reveló que la prevención aún es desigual.

  • El fantasma del 19-S“No queremos otro 2017”, repetían los brigadistas, refiriéndose al terremoto que mató a 102 personas en el estado.

 

Al cierre, el gobernador Jara Cruz advirtió: “Oaxaca tiembla todos los días. Hoy practicamos; mañana podría ser real”. El mensaje caló: en un estado donde la tierra se mueve sin avisar, la diferencia entre el caos y la supervivencia puede depender de 60 segundos de preparación.


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