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Aprueba INE más observadores electorales para el 1 de junio

Aprueba INE más observadores electorales para el 1 de junio

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Oaxaca.- De cara a la Jornada Electoral del próximo 1° de junio, el papel de la ciudadanía organizada vuelve a ocupar un lugar central en el proceso democrático mexicano. La reciente sesión extraordinaria del Consejo Local del INE en Oaxaca, en la que se aprobaron 38 nuevas acreditaciones para observadores electorales, pone de relieve un aspecto fundamental en toda elección legítima: la vigilancia ciudadana.

Más allá de los votos, las urnas y los partidos, el verdadero pulso de la democracia se encuentra en la participación activa de una sociedad que exige transparencia, legalidad y rendición de cuentas.

En este sentido, la figura del observador electoral no solo representa un mecanismo técnico, sino un símbolo de compromiso cívico. Que más de 8 mil personas hayan solicitado participar como observadores en Oaxaca, aunque solo una parte haya cumplido con los requisitos, refleja un deseo genuino de incidir y vigilar que el proceso se realice conforme a la ley.

Resulta particularmente relevante que más de 2 mil ciudadanos hayan sido ya acreditados para esta labor. No obstante, también es pertinente señalar que casi 2 mil 300 solicitudes quedaron estancadas por no haber tomado el curso de capacitación, y que un número significativo de postulantes no logró acreditar los requisitos mínimos.

Este hecho nos obliga a repensar cómo podemos facilitar y fortalecer este tipo de participación, garantizando que la voluntad de involucrarse no se vea truncada por trabas administrativas o desinformación.

Por otro lado, el marco legal establece con claridad que solo las y los ciudadanos mexicanos pueden desempeñar el rol de observadores, mientras que a nivel internacional existe la figura de “visitantes extranjeros”.

Esta diferenciación no es menor: mientras los observadores nacionales custodian la legitimidad desde adentro, los internacionales sirven de testigos del compromiso democrático de un país frente al mundo.

Vale la pena recordar que fue en 1994 cuando la figura del observador electoral alcanzó su punto más alto, con más de 81 mil personas involucradas. Hoy, tres décadas después, los retos son diferentes pero igual de apremiantes.

La desinformación, la polarización y la desconfianza institucional requieren más que nunca de ciudadanos activos, informados y vigilantes.

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La observación electoral no puede reducirse a un acto protocolario ni a una formalidad más del proceso. Debe asumirse como una herramienta para fortalecer la legitimidad de los comicios, garantizar condiciones equitativas para todos los participantes, y, sobre todo, generar confianza en los resultados.

En tiempos en los que la democracia enfrenta amenazas tanto externas como internas, esta labor ciudadana cobra una relevancia estratégica.

El INE, los partidos y las autoridades tienen una responsabilidad enorme en asegurar que el proceso electoral se lleve a cabo con absoluta transparencia. Pero es la ciudadanía —organizada, crítica y vigilante— la que le da verdadero sentido a las urnas.

Que el próximo 1° de junio no solo se vote, sino que también se observe. Porque una democracia sin ojos ciudadanos es una democracia ciega.


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